viernes, 7 de enero de 2011

Invierno pinípedo-Tijuana



Tijuana


Dos días después de mi llegada al DF nos fuimos de vacaciones. Del plan original al modificado hubo un cambio radical pues originalmente viajaríamos mis papás, mi hermana y yo, iríamos de punta a punta de la península de Baja California: Cabos - Tijuana en camión y con escalas. Familia mochilera.

Pero dio un giro, que no fue ni mejor ni peor, simplemente diferente, igual de disfrutable. Para empezar, se sumaron diez personas a la comitiva, ¿porque no?, mis abuelos, dos tíos con sus respectivas familias y nosotros 4. Un plan muégano el cual falló por vez primera en el primer punto del viaje: ¡mis tíos no compraron boletos en el mismo vuelo! por lo que mis abuelos y nosotros viajamos a las 5:30am directo a Tijuana. Por el cambio de horario y situaciones que no comprendía por estar desvelada, estábamos a las 7am en TJ sin hotel ya que el check-in era hasta las 10am. Por suerte, había un auto a nuestra disposición que papá había rentado ahí cerquita a unas calles del aeropuerto. Llovía, o chispeaba más bien y el ambiente estaba frío; como que mis neuronas ya iban despertando.

La familia se subió a un coche y fueron llevados a la rentadora de autos para recoger el nuestro; papá y yo nos fuimos caminando porque ya no cabíamos. A dos cuadras de haber caminado me encuentro con la avenida, una avenida transitada, una gasolinera ahí cerca, paisaje normal de una ciudad cualquiera, pero en frente de todo, justo donde la mirada chocaba, ya no seguía nada. Había unas láminas de unos 100 mts. máximo que estaban llenas de esténciles y arte callejero. Frases, letras de canciones, gente, cruces, armas, banderas, imágenes de conflictos sociales de otros países como Colombia o Palestina ....era el muro de la frontera.

Quise ir a retratarlo, era bellísimo, era oxidado, era roído, era un muro de exposición, eran sentimientos plasmados, ahogados, era ante todo muy muy presencial. Pero el coche que se había llevado a mi familia regresó para alcanzarnos.

Salimos de la rentadora y nos fuimos a dar una vuelta por Tijuana en auto, digamos que un recorrido para conocer y tener una idea general de la ciudad; mis papás se conocen muy bien todo por allá. Comenzamos llendo por esa avenida, esa última o primera (según la perspectiva) avenida de la ciudad. Ya ahí me di cuenta que ese laminado era el antiguo muro; pues unos 200 mts. atrás de éste se alzaba uno mucho más grande, mucho más fuerte, mucho más imponente por decirlo de alguna manera. Un muro de herradura con alambrados de púas y enrejado doble. Entre uno y otro estaba circulando constantemente una “border patrol”, cuidando y preparado por si cualquier “hispano” (como odio esa palabra) intenta cruzar.

A primera vista Tijuana me recordó mucho a San José; todo lleno de colinas, enrejados, tierra, changarros. Cutre a final de cuentas pero con mucha personalidad. Dicen que uno siempre trata de comparar lo nuevo con lo que ya conoce, y no se si fue el caso pero de que había un símil, lo había.

Nos fuimos sobre Revolución, que va desde la 1ª hasta la 10ª, toda la famosa zona donde los gringos iban al “tequila, sexo, marihuana” como bien diría Manu. Una zona desértica, de cientos y cientos de lugares abandonados. Parecían lugares “con cruda” es decir que habían pasado una buena fiesta, una fiesta de excesos y al día siguiente se ven hechos un desastre. Sólo había caminando por allí el clásico chicano con gorra y barba de candado cubierto con una chamarra de algún equipo deportivo gringo.

Comenzó a llover y nos fuimos al hotel, nos registramos y decidimos descansar hora y media “en lo que el agua pasaba”, pero el agua nunca cedió. A pesar de que fue una lluvia ‘normal’ o incluso inferior, Tijuana parecía que acababa de ser aplastado por un Huracán. Todo estaba inundado e incluso se veía en las alcantarillas que el agua en vez de entrar brotaba desde adentro (valga la redundancia) cual fuente.

Nos salimos de la ciudad y fuimos hacia Playas y hacia Rosarito.

Playas me alucinó, me encantó y me dio temor a la vez. Estábamos de nuevo en la frontera, estábamos parados justo en la esquina del país. De frente teníamos al mar, a la derecha el muro y Estados Unidos y hacia lo demás México. Como bien diría mi papá, es chingonsísimo imaginarse parado en el mapa y decir “soy el primer mexicano, de mí pa bajo, 112 millones más”.









Así como así se veía bien fácil cruzar nadando, hasta que vi los letreros “cuidado, fierros bajo el agua”. En las láminas en esta ocasión había miles de cruces blancas unidas unas con otras y colgadas en hileras en honor a todos los que habían muerto cruzándola, incluso algunas tenían nombre. Solo de ver esa imagen, porque ademas visualmente era bellísimo, uno se ponía a pensar muchísimo, a cuestionar, a reflexionar sobre las oportunidades y la vida que uno tiene. Yo no creo mucho en eso de “se siente la mala vibra” pero si lo creyera, podría asegurar que si se sentía. Es un lugar que impone, de manera diferente, pero si te da una bofetada.

Ya desde un mirador un poquito más alto, justo después de la playa veía el mar, ese perfecto elemento que tiene nuestro planeta y me costaba muchísimo dividirlo y decir “de aquí pa’ acá, y de aquí pa’ allá”. Se que así es en todas las fronteras, se que cuando voy a otro país es otro golfo, otro mar, incluso otro océano, pero no me había tocado ver la división físicamente; simplemente no pude hacerla.
En Rosarito comimos, sinceramente nada relevante que relatar. A las 5pm ya estábamos de vuelta en TJ, mis abuelos en el hotel y nosotros fuimos a ver a unos viejos amigos. Muy agusta la plática, pero a diferencia de lo que creíamos (que Tijuana ya era más segura que antes) nos dijeron que no, que seguía igual pero que ya nadie publicaba nada. Que incluso semanas atrás a 2 cuadras de su casa había habido una pelea con granadas y todo y que era muy común escuchar las balaceras.

En la noche-madrugada llegaron los demás.



3 comentarios:

  1. Aunque yo estuve ahí es sensacional leer tu relato, tu perspectiva y aprender de tus comentarios, es volver a hacer el viaje pero también es hacer otro, el tuyo, por cierto que buena fotógrafa eres.

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  2. Hola Mariana, me encanto tu relato del viaje. No cambies, avisenme si vas a estudiar un semestre en alguna Universidad en EU. TQM
    Tu tio Javier

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  3. Yo también estuve ahí, pero si, tus ojos ven mejor... Me encanta cómo escribes!!!!

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