Recuerdo que la primera vez que snorkeleé en un cenote iba con mi papá; y a pesar de no ser tan pequeña, me daba pánico ir hacia la parte donde la luz del sol ya no alcanzaba a pegar, o nadar por encima de grietas que se veía como se hacían más profundas. Influenciada tal vez por historias que no recuerdo pero se quedan en el inconciente o películas gringas donde todo lo que tenga que ver con mar, cuevas o ríos acaba en gente ahogada, prefería siempre evadir esas zonas e irme a lo cerquita de la orilla y con luz.
Luego empecé a vivir en la Península de Yucatán, ¡grandiosa tierra de cenotes!. Las snorkeleadas fueron diferentes pues a pesar de que ya estaba más maleadita para el agua, el hecho de conocer una amplia gama de los mismos y casi siempre TAN tan majestuosos, ocasionó que la curiosidad por explorar le ganara al miedo. Cada que voy procuro aventarme de lo más alto que encuentro (si el cenote lo permite) o bajo a pulmón lo más profundo que mi cuerpo resiste; y eso, me gusta no sólo por el hecho de haber roto la barrera ‘miedo’ en este ambiente sino por las diferentes perspectivas con las que se ve todo el paisaje y las diferentes sensaciones que te transmite saltar de la grieta alcanzable más alta o la satisfacción personal que causa sacar una piedra del fondo (aunque tal vez no llegue al fondo más profundo).
Pero hoy fue diferente. Llevaba tiempo deseando bucear en un cenote y me frustraba pensar que gente de todo el mundo venía exclusivamente a esto y yo, vivendo aquí, no lo había hecho. Hoy amanecí creyendo que haría una cosa y jamás se me ocurrió que terminaría cumpliendo este deseo tan grande.
Llegamos a Noh-Mozón 3 amigos y yo, de los cuales, todos habíamos snorkeleado y hecho apnea pero nunca buceo en un cenote. Por su parte, ellos no conocían esta maravilla de lugar, y por la mía a pesar de ser la 3a vez que iba, entre mi facilidad por maravillarme y mi mala memoria, me emocionó ver ese mágico lugar como si hubiera sido la primera vez. El lugar es bellísimo pues es un cenote a cielo abierto aunque profundo de acceder; tiene vegetación a la cual se le incrementa su belleza cuando es vista desde abajo rodeando el círculo de cielo que el mismo hueco forma y las raíces de los árboles bajan tanto que algunas hasta tocan el agua. Las paredes son grietas, estalactitas y uno que otro panal que lo adorna, el agua es de un azul muy transparente y a la vez muy turquesa, y la visibilidad (lo cual agradece un buzo) es INIGUALABLE, va más allá de 20 metros.
El acceso al fondo lo hicimos por el centro del cenote, donde el suelo está a 10 metros y luego, como si estuviéramos en la punta de una cúpula, va descendiendo hacia los lados. Decidimos llevar una cuerda para atarla al fondo e irla estirando conforme descendiéramos y avanzáramos; esto se utiliza cuando se entran en cavernas para saber por donde regresar. Pero en nuestro caso además de que no había cavernas accesibles porque los pocos túneles que vimos estaban más profundos y por tanto necesitábamos más tanques y linternas, logramos enredar la cuerda de tal modo que tras tratar de desanudarla entre 4 por un tiempo prolongado, decidimos bucear sin ella; no queríamos que todo el aire se nos fuera en resolver ese problema.
Decidimos en conjunto que la profundidad máxima fuera 80 pies por lo que en vez de seguir descendiendo, comenzamos a explorar por toda la orilla, cerca de la pared del cenote que a veces se hacía mas profunda en lo lateral. El paisaje fue brutalmente maravilloso, pues si volteábamos al lado izquierdo se veía el centro de luz por donde descendimos, pero si nadábamos hacia el lado derecho de primera vista era pura obscuridad, pero conforme te acercaras, tu vista se iba adaptando e iban surgiendo más detalles en el paisaje.
Pasamos por una parte de muchas rocas, montañas de piedras; luego una mezcla entre rocas y fango, pero nada, NADA comparado como cuando llegamos a la parte final. Saliendo de una zona muy obscura tuvimos que rodear unas piedras enormes y pasamos por un pasillo entre éstas y la pared del cenote, y cual oasis en desierto saliendo todo era muy brilloso. Todo eran dunas de arena en diferentes planos que brillában por la luz del sol que llegaba desde lo alto, estaban limpiecitas sin fango, sin piedras (más que la del final que fué por donde bajamos) y al verlas yo a media altura sentía que flotaba sobre un desierto. Me sentí como cuando vuelas en los sueños.
La conjunción del fantástico paisaje, el agua tan prístina que te permite una visibilidad insuperable y la escasa turbidez asociado a lo anterior, las débiles corrientes, evidentemente un nulo oleaje, hace que verdaderamente bucear en un cenote sea una experiencia totalmente diferente a bucear en el mar por más Caribe que a éste le pongamos.
Ojalá lo puedan hacer porque es maravilloso, por mi parte mi próximo objetivo es bucear en un cenote con cavernas.
Luego empecé a vivir en la Península de Yucatán, ¡grandiosa tierra de cenotes!. Las snorkeleadas fueron diferentes pues a pesar de que ya estaba más maleadita para el agua, el hecho de conocer una amplia gama de los mismos y casi siempre TAN tan majestuosos, ocasionó que la curiosidad por explorar le ganara al miedo. Cada que voy procuro aventarme de lo más alto que encuentro (si el cenote lo permite) o bajo a pulmón lo más profundo que mi cuerpo resiste; y eso, me gusta no sólo por el hecho de haber roto la barrera ‘miedo’ en este ambiente sino por las diferentes perspectivas con las que se ve todo el paisaje y las diferentes sensaciones que te transmite saltar de la grieta alcanzable más alta o la satisfacción personal que causa sacar una piedra del fondo (aunque tal vez no llegue al fondo más profundo).
Pero hoy fue diferente. Llevaba tiempo deseando bucear en un cenote y me frustraba pensar que gente de todo el mundo venía exclusivamente a esto y yo, vivendo aquí, no lo había hecho. Hoy amanecí creyendo que haría una cosa y jamás se me ocurrió que terminaría cumpliendo este deseo tan grande.
Llegamos a Noh-Mozón 3 amigos y yo, de los cuales, todos habíamos snorkeleado y hecho apnea pero nunca buceo en un cenote. Por su parte, ellos no conocían esta maravilla de lugar, y por la mía a pesar de ser la 3a vez que iba, entre mi facilidad por maravillarme y mi mala memoria, me emocionó ver ese mágico lugar como si hubiera sido la primera vez. El lugar es bellísimo pues es un cenote a cielo abierto aunque profundo de acceder; tiene vegetación a la cual se le incrementa su belleza cuando es vista desde abajo rodeando el círculo de cielo que el mismo hueco forma y las raíces de los árboles bajan tanto que algunas hasta tocan el agua. Las paredes son grietas, estalactitas y uno que otro panal que lo adorna, el agua es de un azul muy transparente y a la vez muy turquesa, y la visibilidad (lo cual agradece un buzo) es INIGUALABLE, va más allá de 20 metros.
El acceso al fondo lo hicimos por el centro del cenote, donde el suelo está a 10 metros y luego, como si estuviéramos en la punta de una cúpula, va descendiendo hacia los lados. Decidimos llevar una cuerda para atarla al fondo e irla estirando conforme descendiéramos y avanzáramos; esto se utiliza cuando se entran en cavernas para saber por donde regresar. Pero en nuestro caso además de que no había cavernas accesibles porque los pocos túneles que vimos estaban más profundos y por tanto necesitábamos más tanques y linternas, logramos enredar la cuerda de tal modo que tras tratar de desanudarla entre 4 por un tiempo prolongado, decidimos bucear sin ella; no queríamos que todo el aire se nos fuera en resolver ese problema.
Decidimos en conjunto que la profundidad máxima fuera 80 pies por lo que en vez de seguir descendiendo, comenzamos a explorar por toda la orilla, cerca de la pared del cenote que a veces se hacía mas profunda en lo lateral. El paisaje fue brutalmente maravilloso, pues si volteábamos al lado izquierdo se veía el centro de luz por donde descendimos, pero si nadábamos hacia el lado derecho de primera vista era pura obscuridad, pero conforme te acercaras, tu vista se iba adaptando e iban surgiendo más detalles en el paisaje.
Pasamos por una parte de muchas rocas, montañas de piedras; luego una mezcla entre rocas y fango, pero nada, NADA comparado como cuando llegamos a la parte final. Saliendo de una zona muy obscura tuvimos que rodear unas piedras enormes y pasamos por un pasillo entre éstas y la pared del cenote, y cual oasis en desierto saliendo todo era muy brilloso. Todo eran dunas de arena en diferentes planos que brillában por la luz del sol que llegaba desde lo alto, estaban limpiecitas sin fango, sin piedras (más que la del final que fué por donde bajamos) y al verlas yo a media altura sentía que flotaba sobre un desierto. Me sentí como cuando vuelas en los sueños.
La conjunción del fantástico paisaje, el agua tan prístina que te permite una visibilidad insuperable y la escasa turbidez asociado a lo anterior, las débiles corrientes, evidentemente un nulo oleaje, hace que verdaderamente bucear en un cenote sea una experiencia totalmente diferente a bucear en el mar por más Caribe que a éste le pongamos.
Ojalá lo puedan hacer porque es maravilloso, por mi parte mi próximo objetivo es bucear en un cenote con cavernas.
✻Las fotos no son mías son de un amigo (Daniel Méndez)✻
ResponderEliminarMe encantó, como siempre, la redacción neta dedícate algún momento de tu vida a escribir más abiertamente y dar a conocer textos tuyos jiji, pero en fin suena increíble aunque tenebrosa, por lo menos para mí, la experiencia. Que gusto que seas tan feliz y que seas tan afortunada de encontrar y atinarle desde la primera vez a hacer lo que amas.
ResponderEliminarAwww ¡gracias sis! y costó trabajo encontrarlo no creas que nací sabiéndolo, pero en cuanto lo descubrí supe que lo amaba demasiado. Ya te tocará, estoy segurísima, te amo bonita
EliminarQuerida Marianita:
ResponderEliminarMe hiciste el día! No cabe duda que al ver las fotos y leer tu experiencia te das cuenta de todo lo que nos falta por experimentar.
Gracias por compartirla y me siento muy orgullosa de tener una sobrina tan valiente y tenaz en alcanzar sus sueños.
Te mando un beso enorme.
Con cariño,
Tía Chayo
ORALEEE..
ResponderEliminarQue padre Primita... Un beso muy grande de los Queretános esclavos de Gelekito.
G.
Que maravilloso que tengas experiencias así. Y es que bucear en cenote es indescriptible (aunque tú te acercas mucho). Cuando yo lo hice, imaginé que era como descender al inframundo o al Mictlán (versión Maya). Ya tenemos que organizar un tour por la península contigo de guía. Un abrazo. FMR
ResponderEliminar¡¡Si tiooo!! de verdad que YAAA hay que armar ese tan prometido buceo, ¡¡me encantaria!!
EliminarHola soy Betty Mata, gracias por compartir tus experiencias en estos maravillosos lugares, por tus comentarios y tus fotografías pude llenar mis ojos de naturaleza, este es un lugar que no he logrado visitar y me gusta pensar que permanecerá así por mucho tiempo ya que tanta belleza no puede contaminarse como lo hemos hecho como humanidad con tantos lugares bellos, espero conocer un cenote pero mientras eso sucede me siento satisfecha con tus narraciones compartidas.
ResponderEliminarWOOUUU!!!
ResponderEliminarLO LOGRASTE!
QUE LINDOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!! ENVIDIA SANA ENVIDIA SANA ENVIDIA SANA SANA SANA SANA SANA SANA SANA
SE VEN REALMENTE ESPECTDCULAR LOS CENOTES EN TUS FOTOS MARIANA NO SABES COMO ME HAS DEJADO INMOVIL MIRANDO TUS IMAGENES!
QUE BUENO QUE POR FIN TE HAYAS QUITADO EL CLAVO!
Y QUE GRACIOSA TU CRONICA DE BAHIA JAJAJAJAJAJAJAJ
ME TRAE TANTOS RECUERDOS ALUCINANTES
UN ABRAZO FUERTE Y TODO LO MEJOR PA SIEMPRE
EN CONTACTO!
Alejandro Carbonel
ya vi tu blog y esta padrisimo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMUCHISIMOS BESOS Y ABRAZOS AMAYA =D