Llegué de noche a San José; Geiner (el administrador de la Isla del Coco y el hombre por el que estoy aquí) junto con Jóse, su hermano; me estaban esperando ya hace rato en el aeropuerto. Me dieron un tour nocturno en automóvil por la ciudad, y a primera vista era para mí un lugar olvidado: locales cerrados, calles sin gente, silencioso, algo sucio y encimado; como recién terminada una fiesta. Sinceramente pensé que era la hora, la zona tal vez y en parte tuve razón, pero en parte no. La siguiente zona del recorrido citadino fue una de casinos, prostitutas y autos que se creían en el “Hermanos Rodríguez” (pista de autos de carreras); pero pasadas unas cuadras volvíamos a lo mismo. Al día siguiente al pasear por la ciudad me dí cuenta que gente, locales abiertos y calles transitadas ya había; pero algo que no cabía en mi concepción (y aún me cuesta) es que en San José no existe el típico y maravilloso “centro histórico”. Toda la arquitectura es de la moderna desechable y en verdad no hay algo que date historia, pero eso sí, arte callejera por todos lados (cosa que me gustó). A pesar de todo, como buen lugar nuevo, tiene su encanto; me la he pasado BASTANTE bien acá.
La familia de Geiner (con la que me estoy quedando) es de lo más atenta, cariñosa y linda. De verdad una joya! (como buenos latinoamericanos). Con Raquel (la hermana) he hecho una amistad muy linda y Gein es como un hermano mayor que todo el día molesta, como buena masoquista que soy (gracias a mi padre), me la paso muy bien con él. De hecho nos fuimos los dos unos cuantos días al caribe: a Puerto Viejo y a Cahuita.
Puerto Viejo es un lugar 100% decadente y cochambroso, ‘habanesco’ diría yo, pero con mucha cultura reggae; a pesar de ello (si sí, no soy muy afín a esa cultura) un lugar precioso. Por citar un ejemplo: Gein y yo nos fuimos a caminar por las playas y me metió en el trozo de selva a orilla del mar (para esto aquí sí se respeta lo de “no construir en los primeros 50 mts de playa” por lo que no hay ni casas, ni restaurantes, ni palapas en la orilla del mar: UN VERDADERO LUJO) y me llevó cuesta arriba (como si fueran muchos metros jajaja) a lo alto de un acantilado; justo ahí, justo a estar a nada de llegar, se soltó un tormentón pero ¡DE AQUELLOS!
Cahuita es un parque natural donde está un camino muy cercano al mar que te lleva a lo largo de una selva DENSA. Una selva con muchos monos, de los aulladores y de los silenciosos; grillos gigantes, plantas exóticas, arañas tremendamente elegantes, cangrejos hermitaños cruzándose en el camino todo el tiempo, lagartijas con copete que tienen un toque de dinosaurio, en fin, una caja de sorpresas. Tras 4 km de recorrido llegamos a Punta Vargas, una playa para sólo nosotros donde toda la vista era mar y selva: un manjar para los ojos, si es que eso se puede.
De la parte marina puedo decir que no vi muchos corales, pero los escasos que ví, estaban sanos. Que alegría me dió eso! También en la orilla rocosa del mar sucede algo que nunca había visto y que obviamente, me fascinó: La orilla es de roca y te vas adentrando (digamos que vamos a 2 mts de distancia) y de repente hay un hueco en la roca; si, sí, una alberca de aproximadamente 7x2 mts y 3 de profundidad. Al rededor de ese hoyo de agua sigue la roca normal llegándote el agua a los tobillos; una cosa realmente rarísima. Adentro peces y algo de corales, pero es como la clama en la tempestad: un fondo arenoso y con vida, en una orilla semi-escarpada.
Llegué esta vez sin Geiner pero con Silvia y Miguel (dos amigos de la universidad que llegaron ayer y estarán conmigo), y bueno a mi parecer fuí mejor recibida que la vez pasada (y vaya que habíamos sido bien recibidos).
La primera vez me enseñaron todas las pruebas de anzuelos que habían hecho hasta llegar al efectivo, el cual si jalas una cuerda sacas lo que pescaste, si jalas otra, liberas muy facilmente al animal (en el caso de ser una especie prohibida, vetada o no deseada). Me enseñaron los dispositivos que le ponen a los tiburones para rastrearlos ya sea vía satelital o acústico; atornillan a su aleta un aparato, o en su defecto, le abren, le insertan y dan dos puntadas en el segundo caso. Ambas cosas les han estado funcionando bien para monitorearlos y algo que dijo el de la organización me dió mucho revuelo en la cabeza por la genialidad a pesar de lo trágico “Se ve cómo los tiburones nadan al rededor de la isla, van alejándose y acercándose hasta que de repente se les ve irse en línea recta a Puntarenas” (puntarenas es un puerto, y se refería al momento en que eran pescados). Ese mismo día me regaló dos cds con videos de promoción y me mostró unas fotos y videos. Salí contentísima.
La segunda vez le pedí que les enseñara a mis compañeros el maravilloso anzuelo (que DEBE de ser a mi juicio distribuido mundialmente) y les platicara un poco de lo que a mí. En su tiquense amabilidad también les enseñó fotos y videos; y después de rato de plática acabó regalándome una guía de identificación de tiburones, una revista con artículos del aleteo, un compendio de artículos de tiburones, un póster, 3 calcomanías, un anzuelo de esos maravillosos (para que bajita la mano y agradecería la discreción de los lectores del blog, ayude a que la idea de ese anzuelo llegue a manos de pescadores mexicanos porque claro es un anzuelo patentado) y un bonche de estampas nuevas que hicieron sobe el aleteo para repartir. He de comentarles como nota rápida que en Costa Rica el billete de 2 mil colones tiene en la parte de atrás un tiburón martillo; pues ellos lo que hicieron fue hacer una estampa de un billete idéntico pero con un tiburon sin aleta y dejando rastros de sangre en el agua; una belleza. Por si fuera poco, hace tiempo que quiero conseguir un documental que no he visto y muero por ver llamado THE END OF THE LINE, y el encargado de hacer los videos de promoción de la ONG me dijo que me daría una copia de la película gratis para mi regreso de la isla.
No se si notaron mi amor por los tiburones, mi interés en el tema del aleteo o transmití mis ganas de hacer algo porque me abrieron los brazos. Ojalá pudiera trabajar en una organización así; de entrada, sé que voy por buen camino. Mañana salgo hacia la Isla del Coco, me esperan 36 hrs de barco así que ya luego contaré mi experiencia.